Guerrilla by T. E. Lawrence

Guerrilla by T. E. Lawrence

autor:T. E. Lawrence [Lawrence, T. E.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 1928-12-31T16:00:00+00:00


2. Los tres factores

La primera confusión radicaba en la falsa antítesis entre estrategia, u objetivo de la guerra, la visión sinóptica que ve a cada cosa como parte de un todo, y la táctica, o los medios que llevan al objetivo estratégico, los escalones concretos de la escalera. A mí me parecían tan sólo diversos puntos de vista desde los que contemplar los elementos de la guerra: el elemento algebraico, o de las cosas; el biológico, o de las vidas, y el psicológico, o de las ideas. (Los siete pilares de la sabiduría, cap. XXXIII).

Lawrence sostiene que el factor «algebraico» es la clave material de la guerra y, por tanto, de la victoria. A pesar del mito romántico que se ha desarrollado alrededor de su figura, no hay ningún idealismo en el fondo de su teoría. Basta leer las palabras de conclusión de la voz de la Enciclopedia Británica: «los factores algebraicos son al final decisivos, y contra ellos las perfecciones de medios y de espíritu combaten del todo en vano».

Algebraico es todo aquello que puede ser cuantificado con precisión matemática: medios, hombres, recursos, conformación del territorio. Desde este punto de vista, Lawrence se limita a hacer cuentas y comprende que el secreto de la guerrilla está en actuar como «campo magnético», en ser como el viento, es decir, estar siempre en todas partes y en ninguna, siempre en otro lugar, impidiendo al enemigo tener un blanco contra el que apuntar el fusil. Lo que proporciona la victoria en la batalla son los golpes derrochados por el enemigo que no consigue golpearte. Por lo tanto, la regla áurea es negarle el blanco. La movilidad cuenta más que la fuerza.

Traducido al árabe, el factor algebraico tomaría primeramente en consideración el área a conquistar. Un cálculo eventual indicaba quizás 140 000 millas cuadradas. ¿Cómo iban los turcos a defender todo eso? Sin duda con una línea de trincheras, siempre y cuando los árabes fueran un ejército que atacara con las banderas al viento. Pero supongamos que fueran una influencia, algo invulnerable, intangible, sin frente ni retaguardia, que se mueve como el gas. Los ejércitos son como plantas, inmóviles como un todo, enraizados, nutridos por largas ramas que llegan hasta la cabeza. Los árabes eran como un vapor llevado por el viento. Nuestros reinos estaban vivos en la imaginación de cada uno, y como no nos hacía falta nada en concreto para vivir, podríamos no haber expuesto nada en concreto a las armas enemigas. Un soldado resulta inútil sin un blanco, pues posee sólo el suelo que pisa y subyuga únicamente lo que puede apuntar con su rifle.

Imaginé entonces cuántos hombres necesitarían asentar en todo este territorio para contener un ataque en profundidad, si la sedición alzara la cabeza en cada una de las 100 000 millas cuadradas sin atrincherar. Conocía al ejército turco con exactitud […], tendrían necesidad de un fuerte cada cuatro millas cuadradas, y cada uno de estos puestos no podría tener menos de veinte hombres. Los turcos necesitarían 600



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